Desde pequeño supe que mi vida iba a ser diferente al de la mayoría de las personas que me rodeaban. Siempre me llamaron más la atención los balones que los carritos, los tacos de fútbol que los tenis y correr en la plaza antes que tocar un instrumento.
Desde niño supe lo que fue trabajar en la pulpería del barrio, allá en San Rafael de Moravia. Nunca esperé a que mis papás pagaran por mis gustos o por mis clases de piano. Siempre que quise algo, fui a conseguírmelo.
Desde esa época me enamoré del fútbol y de la novia más hermosa que le conocí: El Herediano. Tuve la fortuna de estar en sus ligas menores, de estar en su equipo estelar, de salir al extranjero y jugar en la Selección, gracias a mi esfuerzo y a los frutos que me dio ese amor.
Para algunas personas, incluido don Jacques Sagot, amplio conocedor del tema, sufro de “narcisismo” y disfruto de “ser odiado universalmente” por las masas que no son las heredianas.
Tal vez lleva razón don Jacques, pero más que disfrutar de ser odiado, yo disfruto el defender mis causas. Si eso me genera anticuerpos, pues ni modo, es mi forma de luchar por lo que creo y por lo que siento.
Evidentemente, ser herediano me genera desventaja en cuanto a gente que no le parece lo que hago, como a usted, don Jacques. Mi motor, evidentemente, no son ellos. Tampoco usted.
Nada peor que disfrazar un ataque personal como un consejo, don Jacques. Si yo soy un buen hombre, narcisista o cualquier otra cosa que me quiera decir; usted no lo sabe porque no me conoce. Nunca nos hemos cruzado en la calle o lo he conocido de alguna forma para que me evalúe y me lance a donde muchos medios y páginas quieren: hablar de Jafet para aumentar su tráfico.
No tengo redes sociales, pero sí he visto, como cada vez que mencionan mi nombre, algunos me tildan irónicamente como alcohólico y ¿sabe qué don Jacques? Estoy muy lejos de serlo, gracias a Dios. Claro, ellos no lo saben, porque no me conocen. Es su forma de desacreditarme. Al igual que usted no sabe si soy egocéntrico y llamarme así es su forma de desacreditarme también.
En cuanto al tema de que me “odian” los saprissistas, me “execran” los liguistas, me “detestan” los cartagineses y me “aborrecen” los sancarleños; pues no sé. Lo normal que puede incomodar un rival. Yo voy al banco, compro el pan, pago recibos y nunca recibo insultos. No tengo mandaderos.
Si yo hablo de los árbitros, por ejemplo, es porque considero que evidentemente no hacen bien su trabajo. Por supuesto, siempre es más fácil decirme Llorona, Llanto de Magdalena y otras sandeces, a comprometerse en decir la verdad y trabajar para que el fútbol de nuestro país mejore.
Pero, ¿por qué decir la verdad puede perjudicar a alguien, don Jacques? En la lucha que usted ha dado, la cual respeto y me solidarizo profundamente, usted también ha dicho su verdad, y no veo en qué lo pueda perjudicar. Y si lo hace, es su derecho el reclamar la injusticia. O ¿es mejor callar?
¿Eso lo convierte a usted en una Llorona o Magdalena? Yo creo que no y sería muy vil recurrir a esos apelativos para desmeritar su lucha.
Concluyo diciéndole que le agradezco su consejo, no así sus calificaciones hacia mí.
Eso sí, le hago una corrección: según las encuestas e información de diferentes fuentes, el Herediano es el equipo que más ha crecido en términos de afición durante los últimos años. Es también uno de los dos equipos más ganadores de la presente década y eso incomoda a mucha gente, y los entiendo.
Así que su observación de que “el Team termina pagando un alto precio en términos de popularidad”, gracias a mis reclamos, que usted califica como llantos, es equivocada.
Don Jacques, sinceramente, esperaba algo mejor viniendo de usted, le aseguro que este tipo de expresiones contra mi persona solamente me llenan de energía y me confirman que estamos trabajando en la dirección correcta y que los mejores días del Herediano están por venir, lo invito a atestiguarlo.
Jafet Soto Molina
